"Libiamo, Libiamo", que decían en la Traviata, de Giuseppe Verdi.
De vez en cuando, me reconcilio con la sociedad en la que vivo. Este es uno de esos momentos. Y es que, a partir de ahora, cuando me enajene pensando en la "borrachera social", recurriré a la antropología (y mitología) para calmar mis ánimos.
A veces una pierde perspectiva y no piensa más que en el presente o el futuro inminente; craso error, pues es del pasado de donde podemos aprender. Es entonces cuando una bocanada de aire arcano, no por ello menos fresco, ventilará nuestra atrofiada concepción de la realidad. Esto me pasó leyendo un himno indio (RV 9.113, para más señas), de un libro monográfico sobre el soma. El hecho de que un libro entero de la extensa "biblia" (perdón por las analogías) india, el libro noveno del Rig Veda, esté dedicado por entero a la alabanza y glorificación de Soma Purificado me hizo pensar que, quizá, el bebercio no fuera tan banal. ¿Tanta importancia tenía la deformación de los sentidos para los rituales? Y no es el Soma (que aún no se sabe si es el jugo de una planta o de un hongo, hay quien apunta a la Amanita Muscaria) la única bebida ritual o "sacralizada" en el mundo entero. Por desgracia, la zona de América se escapa a mi conocimiento, pero no puedo olvidar que los Berserkir ("guerrero vestido con piel de oso") se lanzaba a la batalla tras consumir sustancias psicotrópicas, como la secta de los Asesinos (cuya etimología se dice que proviene de la palabra "haschisch", esto es, hachís), o las libaciones de los griegos y romanos no sólo en ambiente ritual, sino también en el contexto de un banquete privado cuyas normas de ingesta de alcohol eran impuestas por el symposiakós y seguidas fielmente por los asistentes. Del vino puro se decía en Grecia que enloquecía a las personas que lo consumían, hasta extremos insospechados (hay mitos referentes a ello, que ahora por desgracia no recuerdo, pero son fáciles de encontrar). En definitiva, que la consumición de alcohol como vehiculación del sentimiento religioso y las relaciones sociales (incluso políticas, dado el rango de ciertos banquetes privados en la Grecia y Roma antiguas) no es de ahora, y para indignarme como es debido hacia los "bebedores sociales" no me tendría que limitar a mis congéneres, sino que tendría que expresar mi desacuerdo con siglos y siglos de historia humana.
No sería capaz de indignarme tanto.
De vez en cuando, me reconcilio con la sociedad en la que vivo. Este es uno de esos momentos. Y es que, a partir de ahora, cuando me enajene pensando en la "borrachera social", recurriré a la antropología (y mitología) para calmar mis ánimos.
A veces una pierde perspectiva y no piensa más que en el presente o el futuro inminente; craso error, pues es del pasado de donde podemos aprender. Es entonces cuando una bocanada de aire arcano, no por ello menos fresco, ventilará nuestra atrofiada concepción de la realidad. Esto me pasó leyendo un himno indio (RV 9.113, para más señas), de un libro monográfico sobre el soma. El hecho de que un libro entero de la extensa "biblia" (perdón por las analogías) india, el libro noveno del Rig Veda, esté dedicado por entero a la alabanza y glorificación de Soma Purificado me hizo pensar que, quizá, el bebercio no fuera tan banal. ¿Tanta importancia tenía la deformación de los sentidos para los rituales? Y no es el Soma (que aún no se sabe si es el jugo de una planta o de un hongo, hay quien apunta a la Amanita Muscaria) la única bebida ritual o "sacralizada" en el mundo entero. Por desgracia, la zona de América se escapa a mi conocimiento, pero no puedo olvidar que los Berserkir ("guerrero vestido con piel de oso") se lanzaba a la batalla tras consumir sustancias psicotrópicas, como la secta de los Asesinos (cuya etimología se dice que proviene de la palabra "haschisch", esto es, hachís), o las libaciones de los griegos y romanos no sólo en ambiente ritual, sino también en el contexto de un banquete privado cuyas normas de ingesta de alcohol eran impuestas por el symposiakós y seguidas fielmente por los asistentes. Del vino puro se decía en Grecia que enloquecía a las personas que lo consumían, hasta extremos insospechados (hay mitos referentes a ello, que ahora por desgracia no recuerdo, pero son fáciles de encontrar). En definitiva, que la consumición de alcohol como vehiculación del sentimiento religioso y las relaciones sociales (incluso políticas, dado el rango de ciertos banquetes privados en la Grecia y Roma antiguas) no es de ahora, y para indignarme como es debido hacia los "bebedores sociales" no me tendría que limitar a mis congéneres, sino que tendría que expresar mi desacuerdo con siglos y siglos de historia humana.
No sería capaz de indignarme tanto.
"Libiamo"
Muy buen blog, lo voy a añadir a mi lista sin dudarlo.
ResponderEliminarIn vinum veritas, Irene, in vinum veritas ;)
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