lunes, 27 de julio de 2009

El Otro

Hoy me ha venido a la mente el manido tema de la "amenaza externa". ¿Hasta qué punto es natural y no producto de la civilización ese cisma entre "Nosotros" y "el Otro"? Hay argumentos a favor de las dos posturas, pero yo me inclino a pensar en una semilla natural que ha ido creciendo exponencialmente junto con el mismo ser humano.
La idea de grupo es básica para la supervivencia de la mayoría de los animales. La agrupación en manadas, bandadas, tribus, etc., es una estrategia defensiva básica. Hasta este punto, la agrupación es algo natural. Pero, ¿es natural que una raza - la humana - se proteja de sí misma? Se pueden esgrimir argumentos como: la superpoblación del mundo, la escasez de recursos, la expansión territorial, etc. Yo me inclino a pensar que la paranoia, el miedo constante hacia otros seres humanos es un gaje de nuestro desarrollo intelectual. En otras palabras, la paranoia viene dada por lo mismo que nos diferencia como seres humanos.
Se han escrito muchos estudios sobre el miedo; casi todos apuntan a que el miedo a lo desconocido, inexplicable e intangible es lo que más nos asusta. Pero no todos hablan de ese miedo que el hombre siente hacia el otro hombre, cuando actualmente es sin duda el que prevalece. Y, en realidad, ¿cuándo empezó a prevalecer? Cuando sucedió la tragedia del 11-S corrieron ríos de tinta sobre diversos temas relativos a esta cuestión. Se decían cosas como que "a partir de ahora, el enemigo de EE.UU. está a las puertas", como si "Occidente" hubiera descubierto "la amenaza de Oriente". Me pregunto si realmente no se dan cuenta de que esto viene de muy lejos (y no sólo de las Cruzadas, como algunos pretendieron). Pensándolo fríamente, quizás sí sea cierto que todo radica en el "miedo a lo desconocido": una cultura distinta, una religión diferente, una lengua diversa y una apariencia física llamativa. Podemos pretender que las características físicas de una persona ya no cuentan para juzgarla. Pero eso es algo teórico, una de las mentiras del nuevo siglo. Ahí están los prejuicios para corroborarlo.


¿Existe alguna cura para ello? Sí y no. Hay rasgos del ser humano que no van a cambiar, y luchar contra ellos es una verdader pérdida de tiempo. Pero en cuanto a lo "curable", según mi parecer, la educación, el contacto con otras culturas y el vivir en un entorno de convivencia armónica natural (sin maniobras políticas que fuercen la integración, etc.) tienen la última palabra.

3 comentarios:

  1. Hola Irene, me he pasado para ver tu blog , a raíz del comentario que dejaste en la comarca perdida, y veo que está muy bien.
    Tardé en llegar porque mi blog está abandonado y sólo paso cuando me acuerdo, mas que nada para ver si sigue en pie.
    Espero pasar a leerte con frecuencia.
    Un saludo, Sustis.

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  2. Muchas gracias, Javi! :) Me alegro de que te guste mi humilde cajón de sastre.
    Me perderé en la Comarca de vez en cuando!

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  3. A mí no me parece que haya nada natural, entendido como biológico y por tanto inmutable, en el hecho de temer al "otro". Más bien, creo que es una estrategia cultural de supervivencia, y que el miedo es sólo uno de sus argumentos "autojustificativos". Por eso estoy totalmente de acuerdo en que el abismo psicológico entre "nosotros" y "ellos" (entre Occidente y Oriente, pero también entre hombres y mujeres, entre clases sociales diferentes, etc) es "curable". Y aplaudo la crítica a las maniobras políticas que fuerzan la integración! Sobre todo si por "integración" entendemos lo que los políticos: cierta castración cultural de los que vienen, que ahora siempre son "los otros".

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